En pocas palabras, no todas las peleas valen la batalla. A veces, se arriesga a perder mucho más de lo que podría ganar cuando presiona su caso. Lo mismo se aplica a las transacciones comerciales: hay un momento para negociar y un momento para aceptar la oferta que tiene ante usted.
¿Tratando de decidir cuándo es apropiado presionar para conseguir un mejor trato? Responder estas preguntas podría ayudar:
¿Debo negociar? El tamaño y la probabilidad de lo que podría ganar si continúa negociando debe compararse con la posibilidad de perder el acuerdo.
¿Ahora es el momento? ¿Tus opciones serán mejores o peores en el futuro? ¿Qué hay de tu adversario? Puede que te beneficies de esperar, pero tu oponente también.
¿Retengo información o muestro todo? Algunas negociaciones requieren que pongas todas tus fichas para que se tomen en serio. ¿Es esta una de esas situaciones, y si es así, vale la pena el riesgo?
Responder a estas tres preguntas te obliga a pensar en las consecuencias y te ayuda a no dejarte llevar por las ilusiones ni por las emociones.
Sin embargo, cuando se reduce a eso, el momento de dejar de negociar es cuando el riesgo de presionar más su caso supera las posibles ganancias. Por ejemplo, si está comprando una casa, puede verse tentado a responder con una oferta que es más baja que el precio solicitado, pero ¿vale la pena ahorrar $ 20,000 por perder la casa de sus sueños frente a otro oferente?
En última instancia, decidir si negociar implica considerar sopesar no solo las consecuencias financieras, sino también los impactos emocionales y relacionales de presionar su caso.
Así que antes de decidir negociar, considere si los beneficios potenciales valen lo que podría perder (financiera, emocional y relacionalmente) al buscar un mejor acuerdo en este momento.